El religioso fue detenido por la Policía Nacional en una operación contra una trama de intercambio de material pedófilo a través de Internet
Los investigadores escucharon durante meses las atrocidades
que soltaban por teléfono. Hablaban de secuestrar a niños y someterlos a
«prácticas sádicas». Incluso, llegado al caso, acabar con sus vidas. La
policía decidió intervenir al detectar que había tres menores españoles
en peligro y arrestó a ocho hombres como presuntos integrantes de la
red.
Una de las detenciones se llevó a cabo en Málaga. El
sospechoso, que en las conversaciones telefónicas intervenidas se hacía
llamar Diego, resultó ser un religioso que trabajaba en el centro
asistencial de San Juan de Dios en la capital, que está situado en la
carretera de Casabermeja. El fraile imputado -se encuentra en libertad
con cargos- era «superior» de Málaga, esto es, el responsable de la
comunidad de hermanos en la provincia, que hasta ahora eran cinco.
Tras declarar ante el juez, el religioso, F. G. C., de 48
años, fue apartado de todas sus funciones por la Orden Hospitalaria San
Juan de Dios y no se halla en ninguno de los centros que ésta regenta.
Consultada al respecto, la institución mostró su completa disposición a
colaborar con la Justicia en todo lo que sea necesario y lanzó un
mensaje de transparencia.
El fraile fue uno de los ocho arrestados en la 'operación
Arkángel', dirigida por el Cuerpo Nacional de Policía y coordinada por
el Juzgado de Instrucción número 3 de Aranjuez contra una red que
intercambiaba, además de material pedófilo a través de Internet,
supuestas experiencias personales de abusos a niños.
El resto de las detenciones se reparten por las ciudades de
La Coruña (2), Pontevedra (2), Madrid (2) y Gijón (1). Se les imputan,
según los casos, presuntos delitos de proposición para el homicidio,
agresión sexual, abusos, corrupción de menores, trata de seres humanos y
tenencia de pornografía infantil, según informó días atrás la Dirección
General de la Policía.
La investigación se inició hace más de un año cuando una
persona alertó a los agentes de que había contactado a través de
Internet con uno de los imputados, quien le había propuesto que formase
parte de una trama en la que se compartía pornografía infantil y se
hablaba de prácticas sexuales «aberrantes» con menores.
Los agentes lograron identificar a las personas que
participaban en estas conductas presumiblemente delictivas y pincharon
sus teléfonos. Las escuchas, que se prolongaron durante más de seis
meses, revelaron entonces que, además de compartir archivos de contenido
pedófilo, algunos de los acusados confesaban haber cometido abusos
sexuales.
Pero las conversaciones que mantuvieron varios de los
imputados iban aún más lejos. Según la policía, supuestamente planeaban
secuestrar a niños y someterlos a prácticas sádicas. Llegaron a hablar
de usar a menores en orgías o someterlos a encierros en condiciones
infrahumanas, o de iniciar en prácticas sexuales a niños a los que
previamente drogarían para que no pudieran recordar los abusos, según
recoge la nota policial.
Tras analizar los contactos mantenidos por los supuestos
pedófilos, los investigadores averiguaron que sus intenciones eran,
presuntamente, seleccionar a sus víctimas en su entorno. Aunque también
barajaban la posibilidad de traerlos del extranjero de familias
marginales.
Los agentes identificaron a tres niños españoles que
podrían estar en situación de riesgo, por lo que la operación policial
se precipitó. La redada se coordinó en distintos puntos del país y
concluyó con los registros de los domicilios de los implicados.
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