Son demasiado jóvenes para jubilarse y mayores para el perfil de las empresas - En Málaga hay 30.500 parados de esa edad
Tienen la peor edad para estar en el paro, si es que hay alguna que pueda considerarse más llevadera dentro de este dramática situación. El colectivo de mayores de 55 años que están en el desempleo ha crecido un 66% desde el año 2008 y roza ya las 30.500 personas en la provincia de Málaga, según el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE). La cifra duplica el volumen de parados en esta franja de edad que había en 2006, ejercicio que supuso el cénit de ocupación en el mercado laboral malagueño.
Para estas personas el desempleo supone una verdadera encrucijada, ya que la posibilidad de jubilación les queda todavía lejana mientras que en casi todas las empresas, más por prejuicios que por argumentos objetivos, son considerados demasiado mayores para trabajar. Los datos, desde luego, así lo confirman: las personas a partir de esta franja de edad sólo firmaron el 5,6% de los casi 553.000 contratos que se hicieron en Málaga en 2012.
Para estas personas el desempleo supone una verdadera encrucijada, ya que la posibilidad de jubilación les queda todavía lejana mientras que en casi todas las empresas, más por prejuicios que por argumentos objetivos, son considerados demasiado mayores para trabajar. Los datos, desde luego, así lo confirman: las personas a partir de esta franja de edad sólo firmaron el 5,6% de los casi 553.000 contratos que se hicieron en Málaga en 2012.
Por eso muchos se plantean la posibilidad de crear un negocio donde autoemplearse para apurar así los años que les quedan de vida laboral. Para eso hay que vencer el temor de lanzarse a ser empresarios autónomos después de muchos años de trabajar, principalmente, como asalariados.
Una de las instituciones que ofrecen este asesoramiento es el Instituto Municipal de Formación y Empleo (IMFE) del Ayuntamiento de Málaga a través de su Unidad de Emprendedores. El pasado año este organismo atendió a 136 personas entre los 45 y los 60 años –aunque alguno superaba incluso esa edad– que estaban interesados en montar una empresa, según explica su gerente, Enrique Nadales.
A estos veteranos emprendedores se les atiende con los mimos criterios que al resto, aunque ciertamente presentan ciertas particularidades. Son mayoría los que se han decidido a poner su negocio tras haber perdido su empleo, eligiendo cono segmento de actividad el mismo en el que venían trabajando.
«Nos están llegando este tipo de casos: personas con mucha experiencia, de gran valía y con buenos contactos en su sector que pierden el trabajo. Saben que por su edad que les va a resultar complicado encontrar de nuevo un empleo asalariado, por lo que se plantean establecerse por su cuenta, y para eso suelen optar por su propio ámbito. Es algo lógico; si has trabajado toda tu vida de carpintero no vas a cambiar ahora», afirma. Para el responsable del IMFE, la barrera a superar para estas persona es, ante todo, el vértigo de emprender tras haber estado la mayor parte de su vida como trabajadores por cuenta ajena.
El programa de Promoción de Empleo y Fomento del Autoempleo (PEFA) establece además que los mayores de 45 años son uno de los colectivos con especial dificultad de acceso al mercado laboral, por lo que todos los emprendedores del IMFE reciben una subvención añadida de 500 euros por cada trabajador en paro de esta franja de edad que incorporan.
Parados de larga duración
Al margen del emprendimiento, la situación de los mayores que caen al desempleo es harto difícil. El secretario provincial de CCOO en Málaga, Antonio Herrera, se muestra convencido de que los parados mayores de 55 años integran casi sin excepción el colectivo de casi 93.000 personas que llevan en el desempleo más de un año seguido, siendo acreedores a la denominación de «parados de larga duración». Esto implica que casi todos han agotado ya las prestaciones disponibles y que, por tanto, afrontan la recta final de su vida laboral sin ingresos a la vista.
«Son personas con muy difícil retorno al mercado laboral y si a eso añadimos que se han quedado sin prestaciones, corren el riesgo de quedar en exclusión social», lamenta Herrera, que critica tanto la política económica y la reforma laboral aplicada por el Gobierno de Rajoy como, a su juicio, el «conformismo» de la Junta de Andalucía ante esta situación. El responsable de CCOO denuncia, por un lado, los 1.200 millones de euros en transferencias que ha dejado de recibir Andalucía de la Administración Central y, por otro, los 3.000 cursos de formación para desempleados que se están dejando de impartir en la comunidad por falta de fondos.
«Es un verdadero drama porque no se le da a estas personas la oportunidad de formarse para acceder de nuevo al mercado laboral. El peligro es que caigan en la desesperanza. Ya vemos que se están dando muchos más casos de enfermedades psicosomáticas que derivan de situaciones de paro prolongado», comenta.
También señala que todos los cursos de formación que se están dejando de impartir suponen un trasvase a las academias privadas de formación, algo que Herrera entiende como «un trasvase de beneficios privados a costa de la situación de los parados». Según CCOO, tampoco los empresarios están aprovechando las bonificaciones existentes para la contratación de desempleados veteranos.
Los sindicatos recuerdan que la UE ha elaborado una directiva en la que reclama que las administraciones tiren de colectivos de parados en riesgo de exclusión social en el caso de cualquier externalización de servicios que realicen.
Un subsidio para salvar la pensión de los parados de más edad
El subsidio para mayores de 55 años es el único ingreso con el que cuentan buena parte de los parados de esta edad para subsistir aunque hay que cumplir unos duros requisitos para acceder a él, que aún se ha vuelto más restrictivos desde la última reforma laboral. Para cobrarlo hay que tener al menos 15 años cotizados, no disponer de ninguna otra renta que supere la cuantía del subsidio, de 426 euros, y, desde la última reforma, en la que también se elevó de 52 a 55 años la edad mínima para cobrarlo, que el resto de la familia tampoco disponga de ingresos relevantes. Sin embargo, su gran ventaja es que este subsidio cotiza para la pensión –por el 125% del salario mínimo– lo que evita que muchos trabajadores pierdan el derecho a una jubilación contributiva, aunque sea más reducida. Esto se debe a que para tener derecho a dicha pensión contributiva hay que tener 15 años cotizados y, al menos dos de ellos, deben estar entre los últimos 15 años de vida laboral del trabajador. Por otra parte, un informe de la patronal de las empresas de trabajo temporal Asempleo alertaba la pasada semana de que los parados mayores de 55 años sólo tienen un 10% de probabilidades de emplearse.
D. NAVARRO
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