Varios saharauis instalan una tienda en pleno casco urbano para hacer visible el drama de su pueblo
Las nubes empiezan a descargar tímidas gotas de lluvia justo en el momento en el que Nof Mohamed nos invita a flanquear la entrada de la gran jaima que, junto a otros compañeros saharauis, ha dispuesto en unos jardines aledaños a la puerta de acceso del Palacio de Congresos de Marbella. La tetera está aún humeante. Descalzos sobre las alfombras y mantas que hacen confortable el espacio que habitarán con permiso municipal durante una semana, explican la «insostenible situación que viven los territorios ocupados».
A sus 22 años, Mohamed narra con descarnada viveza las «graves violaciones de los derechos humanos» que, según su testimonio, comete Marruecos sobre la población civil saharaui. Su compañero en esta protesta pacífica, Khalid Chtuke, de 26 años, habla de las «atrocidades» perpetradas en las cárceles de Sala y El Aaiún, donde asegura, «se introducen cristales rotos en la comida de los presos políticos». La conversación fluye entorno a torturas y secuestros con auténticos esfuerzos por parte de los jóvenes para hacerse entender en español.
Mohamed incide en «la culpa y la responsabilidad» del Gobierno español con el Sáhara. Este activista no se muerde la lengua al afirmar que el Ejecutivo central está apoyando a Marruecos en este plan de exterminio.
Otros puntos
Chtuke explica que la instalación de esta jaima en Marbella, cedida para la ocasión por una asociación de amigos del pueblo saharaui de Valencia, responde a una acción informativa que se está desarrollando en otros puntos de España, como Valencia, Lanzarote o Palma. Precisamente este último Ayuntamiento ordenó el pasado martes la retirada de la jaima por carecer de cobertura legal.
«Es necesario que la gente venga y conozca nuestra causa», relata el joven, quien comenta que la tienda se instaló el martes por la tarde y que desde el primer momento han contado con el apoyo del Ayuntamiento. «Incluso una pareja de policías estuvo vigilando anoche», asegura Chtuke. Ninguno oculta el miedo que le produce acampar en el lugar elegido por las posibles «represalias que puedan tomar ciudadanos marroquíes».
Represalias
De momento, la iniciativa se desarrolla de manera tranquila, interrumpida, de vez en cuando, por la dudas de algún curioso: «¿Y esta carpa para qué es?», pregunta Jaime Otero al pasar delante del asentamiento. Mohamed se apresura a explicarle el motivo de su presencia. «Queremos hacer visible nuestra causa. El pueblo saharaui existe. Por la libertad, la independencia y los derechos humanos», dice casi de corrido. «Tenemos que decir: ¡basta ya!», apunta su compañero.
Los planes de estos activistas pasan por la instalación en las próximas horas de una mesa de recogida de firmas para apoyar la autodeterminación del Sáhara. Opinan que la legalidad internacional es muy clara y que el pueblo del Sáhara tiene derecho a elegir lo que quiere en un referéndum libre.
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