Las muestras recogidas de los cadáveres se acumulan a la espera de fondos
El tiempo es oro en cuanto a memoria histórica se refiere. Tanto que si los tiempos se dilatan demasiado se puede dar la paradójica situación de que el dinero invertido en homenajes a los represaliados del Franquismo puede diluirse en gran parte por dejar morir a los descendientes directos, o a los pocos ya testigos vivos de la afrenta, sin ponerlos delante de los restos identificados de sus familiares.
Esto es lo que ocurre actualmente con los 1.090 cuerpos a los que se han tomado muestras por la Universidad de Málaga (UMA) y que esperan que haya financiación por parte del Gobierno central o de la Junta de Andalucía para cerrar definitivamente el círculo de la reparación de este colectivo en Málaga.
La identificación de estos cadáveres que fueron rescatados de las fosas comunes del cementerio de San Rafael está a la espera de que se liberen fondos públicos que puedan facilitar el coste y cotejo cruzado de las pruebas de ADN, entre fusilados y familiares. De hecho, la complejidad del rescate tanto tiempo después evitó conseguir más muestras óptimas del total de 2.840 fusiladosque están descansando en el mausoleo de este camposanto, por las condiciones de humedad y exposición a cal viva en los que se encontraron, mientras que sólo 390 familiares se han realizado la prueba (sangre y saliva) que podría casarse con ellas.